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miércoles, 17 de abril de 2013

Un libro publicado por la Fundación Francisco Corell desvela la cara oculta de los combustibles alternativos

El autor de la publicación afirma que “la industria del automóvil y del transporte por carretera han conseguido rebajar en más de un 97% las emisiones desde los años 90”


La obra señala que el ferrocarril se sitúa por detrás de los automóviles en cuanto al cumplimiento de la normativa europea sobre contaminación



“Esta mañana, ha tenido lugar la presentación del libro de la Fundación Francisco Corell “La cara oculta de los combustibles alternativos”, una obra elaborada por el periodista y matemático Jorge Palacios, que pone en tela de juicio muchos de los tópicos existentes sobre el efecto nocivo del automóvil y el transporte por carretera en el medio ambiente y duda de la viabilidad práctica de muchos de los combustibles alternativos que se pretenden introducir en la industria del automóvil.


Jorge Palacios afirma que “al reorientar los cultivos de alimentos básicos como el arroz o el maíz hacia la producción de combustibles se ha originado un encarecimiento importante de estos alimentos, debido en gran medida, a las cuantiosas subvenciones ofrecidas por algunos gobiernos occidentales a los agricultores”.

El libro hace un recorrido por los combustibles alternativos más conocidos, realizando un análisis de los pros y los contras de cada uno de ellos: alcohol, gas natural comprimido o licuado, gas licuado del petróleo, DME, biodiesel, biogás, hidrógeno etc. La inexistencia de una red de distribución adecuada se presenta como el principal problema para pensar en su uso generalizado y, todo ello, suponiendo que se pudieran seguir manteniendo las cuantiosas subvenciones requeridas.

La obra también analiza los vehículos híbridos y eléctricos, señalando la inmadurez demostrada en los últimos años. En palabras de Palacios “sorprende que justo en el momento en que las ventas de vehículos eléctricos se desmoronan en occidente forzando a sus fabricantes a ofrecer importantes descuentos para desprenderse de existencias, la Comisión Europea anuncie un plan para promover el uso de combustibles limpios en el que se incluye la instalación de miles de estaciones de recarga de aquí a 2020. En Bruselas parecen ignorar que los grupos de investigación considerados más serios, como el Battery 500, organizado por IBM, no cree que se pueda disponer de una batería con autonomía de 600 kilómetros antes de 2030”.


Pese a las fuertes inversiones realizadas por la industria del automóvil y del transporte por carretera para reducir de manera drástica las emisiones contaminantes de sus vehículos, desde que, a principio de los años 90, la Comisión Europea puso en marcha las normas Euro, que han permitido rebajar en un 97,2% las emisiones de óxidos de nitrógeno y en un 98,6% las de partículas metálicas (carbonilla), ninguna de las dos industrias ha conseguido quitarse de encima el marchamo de villanos de la historia.

Según Miguel Ángel Ochoa presidente del Patronato de la Fundación Francisco Corell, “Mucha gente que proclama a los cuatro vientos que el ferrocarril es el medio de transporte más ecológico, ignora que mientras los camiones y autobuses tendrán que cumplir la normativa Euro 6 a partir de 2014, los motores diesel de las locomotoras se adaptarán, en ese mismo año, sólo a la normativa Euro 4, que los primeros empezaron a cumplir allá por 2005. La carretera va dos zancadas por delante del ferrocarril en reducción de emisiones contaminantes”.

Respecto a las locomotoras eléctricas, como también ocurre con los automóviles eléctricos, hay que tener siempre en cuenta, tal y como se indica en el libro, que las emisiones deben analizarse con el principio “del pozo a la rueda”, esto es, que si las locomotoras eléctricas no echan humo cuando van por la vía, sí lo están generando en las centrales térmicas que producen la electricidad que esas locomotoras o el propio AVE necesitan.

Miguel Angel Ochoa advierte que “la clase política no debería caer en la tentación de esgrimir argumentos contra unos modos de transporte supuestamente ecológicos para favorecer a otros modos. Los gobernantes tienen que dejar de ver en el automóvil y en el transporte la «vaca lechera» capaz de financiar todo tipo de despropósitos e ineficiencias de otros modos” y añade “Por si el precio de los combustibles no estaba ya suficientemente alto, hemos comenzado 2013 con otro aumento adicional derivado del fin de la exención del impuesto especial de hidrocarburos que se aplicaba a los biocombustibles, que se venían oficialmente añadiendo a gasolina y gasóleo en una proporción del 6%”.

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